El dilema del Ciempiés

«Efecto ciempiés o síndrome del ciempiés»

Se trata de un fenómeno psicológico que ocurre cuando la reflexión excesiva o la autoconciencia interfiere con habilidades o procesos automáticos que normalmente realizamos sin pensar. Ya sea en habilidades físicas, creativas o emocionales, algunas cosas funcionan mejor cuando no intentamos entenderlas demasiado. Algunas veces, dejar que nuestro subconsciente tome el control puede ser más efectivo que intentar dominarlo con la lógica consciente. 

Este efecto también se conoce como hiperreflexión o ley de Humphrey, ya que fue planteado por el psicólogo George Humphrey (1889-1966) en 1923. En sus propias palabras: «Es una rima psicológica. Contiene una verdad profunda que aparece cada día en la vida de todos nosotros». La ley de Humphrey sostiene que una vez que la realización de una tarea ha sido automatizada, el pensamiento consciente sobre ella, al mismo tiempo que se ejecuta, tiene un efecto negativo en el resultado. El hábito disminuye y llega a eliminar la atención que las tareas rutinarias requieren, pero puede suceder que esta automaticidad sea interrumpida por la atención hacia lo que normalmente es una competencia inconsciente.

El filósofo Karl Popper citó el efecto ciempiés en su libro:  El Conocimiento y el Problema de la Mente y el Cuerpo: en Defensa del Interaccionismo: «Cuando hemos aprendido ciertos movimientos hasta el punto de que se encuentran por debajo del nivel del control consciente, si intentamos realizarlos de manera consciente interferimos con ellos tan seriamente que los detenemos». Como ejemplo menciona a dos violinista, y cuando uno le preguntó al otro cómo tocar cierto pasaje del concierto para violín de Beethoven, le respondió que era bastante sencillo, y al intentar demostrárselo descubrió que ya no era capaz de ejecutarlo.

El ciempiés y la rana: La parálisis del pensamiento

Un día, un ciempiés caminaba alegremente por el bosque. Sus muchas patas trabajaban en perfecta sincronía, moviéndose con tal precisión que ni siquiera él era consciente de cómo lo hacían. Canturreaba mientras avanzaba, disfrutando del frescor de la mañana, sin preocuparse por nada más allá del camino que tenía frente a sí.
En su trayecto, se cruzó con una rana que estaba sentada en una piedra junto al sendero. La rana, curiosa por naturaleza, observó maravillada cómo el ciempiés parecía deslizarse con tanta facilidad. «¿Cómo logras no tropezarte?» preguntó la rana, incapaz de ocultar su asombro. «Con tantas patas, ¡debe ser increíblemente complicado!

«El ciempiés se detuvo en seco. Nunca había pensado en eso. Durante años —o quizá siglos— simplemente había caminado, dejándose llevar por el ritmo innato de su cuerpo. Pero ahora, al escuchar la pregunta de la rana, sintió la necesidad de responder.
«Bueno…», comenzó el ciempiés, intentando analizar algo que siempre había hecho sin pensar. «Supongo que… cada pata sigue un patrón específico. Una mueve hacia adelante mientras otra retrocede, y todas trabajan juntas…
«Pero cuanto más trataba de explicarlo, más confuso se volvía. Intentó visualizar mentalmente cada movimiento de sus patas, pero cuanto más lo intentaba, más difícil le resultaba coordinarlas.
Finalmente, después de varios minutos de esfuerzo frustrante, el ciempiés cayó de bruces al suelo, completamente inmovilizado.
«Creo que ya no puedo caminar», murmuró, derrotado. 
La rana, sintiéndose culpable por su inocente pregunta, saltó hacia él. «Lo siento mucho, amigo. No pretendía entorpecerte. A veces, las cosas simplemente funcionan mejor cuando no les damos demasiadas vueltas.
«Desde ese día, el ciempiés nunca recuperó su antigua fluidez. Cada vez que intentaba moverse, su mente se llenaba de dudas y cálculos innecesarios.
Había pasado de caminar con gracia instintiva a estar atrapado en su propia cabeza.


Lecciones del síndrome del ciempiés

  1. La importancia del pilotaje automático: Muchas de nuestras habilidades dependen de procesos automáticos gestionados por nuestro subconsciente. Intentar controlarlo todo conscientemente puede ser contraproducente.
  2. Evitar el análisis paralizante: Reflexionar demasiado sobre algo que ya sabemos hacer bien puede llevarnos a cometer errores innecesarios.
  3. Confianza en la experiencia: Confiar en nuestra práctica y experiencia nos permite actuar con naturalidad, sin necesidad de cuestionarlo todo.
  4. Aceptar la incertidumbre: No siempre necesitamos entender completamente cómo funcionan las cosas para poder usarlas eficazmente.

En resumen, el síndrome del ciempiés nos recuerda que, a veces, dejar que las cosas fluyan sin intervenir demasiado mentalmente puede ser la clave para el éxito y la paz mental. ¿Conoces algún ejemplo personal donde hayas experimentado este efecto?     

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